Después de la insufrible resaca electoral que hemos tenido durante varios meses, conviene volver a la normalidad y, sobre todo, dejar de escuchar mentiras o medias verdades utilizadas para la captación del voto del ciudadano medio, especialmente en el terreno económico.
Asistimos a un debate a dos entre los señores Sánchez y Feijóo que, en el primer bloque (el económico) generaba vergüenza ajena. En ese debate, fue precisamente el presidente en funciones el que acuñó la frase que da título a este artículo, pero la respuesta de Feijóo no estuvo adecuadamente fundamentada y las sucesivas afirmaciones que hizo tenían cuando menos un sesgo propio de alguien que, efectivamente, no es economista y dice las frases que le ha preparado su grupo de asesores, problema que después se puso de manifiesto en la entrevista que posteriormente le realizó la periodista Silvia Intxaurrondo en la televisión pública.
Cuando uno se presenta a presidente del gobierno, tiene que empaparse de los problemas que tiene el país que, en gran medida, tienen un trasfondo económico. Analizar objetivamente las principales variables del país: desempleo, pensiones, déficit público, deuda pública, etc., así como su evolución en el pasado reciente, debería ser una asignatura obligada para los aspirantes, y hemos de decir que en el caso del Sr. Sánchez, que sí estudió economía, su exposición rayaba en la manipulación, mientras que, en el caso del Sr. Feijóo, nos suena a que no había hecho los deberes; es lo que tiene ganar cuatro veces la presidencia de Galicia por mayoría absoluta: te acostumbras a lo fácil y te esfuerzas poco. Lo siento, Sr. Feijóo, esto son las grandes ligas, no la regional, y hay que esforzarse más.
Pero vayamos a lo nuestro: ¿cómo está realmente la economía española? Como nos dicen Sánchez y Calviño, o como afirman Feijóo y Gamarra (se echa en falta un referente económico entre las filas del PP). Pues, en este caso, me tengo que alinear con los segundos, pero no en la culpabilidad, ya que en los último s15 años han gobernado tanto el PSOE como el PP y, en mi opinión, tan malos presidentes en materia económica han sido Zapatero y Rajoy como Sánchez. Los tres se han apoyado en la emisión de deuda pública para tapar las vergüenzas de una economía que no funciona y de un modelo productivo que hace aguas por todas partes. Explicaré por qué.
Nuestro país tiene 48 millones de habitantes, pero sólo una parte de ellos son productivos; el resto dependen de los demás y en particular de los subsidios gubernamentales para subsistir. Cuantos más sujetos dependientes haya peor será el modelo productivo. Veamos cómo cerramos el año 2022 en comparación con 2007:
Elaboración propia a partir de datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)
Vemos que, en estos 15 años, tenemos 811.000 trabajadores productivos menos (-4,57%); de los 48 millones de españoles, tan solo 16,938 (35,24%) aportan realmente valor económico, mientras que los 31,122 millones restantes (64,76%) dependen de los primeros.
Normalmente, los funcionarios levantarían la mano en este caso, pero es preciso tener en cuenta que la función pública es necesaria, pero, en general, no es productiva, sino que tiene que ser sufragada por los asalariados que trabajan en el sector privado. De hecho, aunque los funcionarios se consideren contribuyentes, realmente no lo son, ya que de cada 100 euros que reciben, 80 euros pasarían a su propio peculio y 20 euros se ingresarían en Hacienda por IRPF, pero esos 20 euros se los han transferido previamente de los impuestos pagados por el sector privado, por lo que se trata de un mero juego contable. No existe la aportación de los funcionarios a los impuestos del Estado; simplemente, en vez de costar 100 euros, cuestan 80 euros.
Lo que está claro es que 100 asalariados del sector privado o autónomos tienen que alimentarse a sí mismos, y cubrir los gastos de 21 funcionarios, 18 parados, 40 jubilados, 20 estudiantes, 20 personas que se dediquen a las labores del hogar, 5 con incapacidad permanente, 11 pensionistas por viudedad, orfandad o favor de familiares, 3 inactivos y 47 menores de edad. Una misión harto complicada, salvo claro que se utilice el comodín de la deuda pública para aparentar que este modelo es sostenible.
Pues bien, en otros países de nuestro entorno y de la OCDE, la situación (2022) es la siguiente:
Elaboración propia a partir de datos de Eurostat, OCDE y webs públicas de varios países
Vemos que, en general, la situación de España es peor que la media de los países europeos y de la OCDE. El caso de Francia está obviamente influenciado por la baja edad de jubilación y por su mayor índice de natalidad (menores de 16 años), pero Alemania nos lleva más de 10 puntos y Holanda 12,5, e incluso Portugal nos gana por 4,5 puntos; y no entremos a hablar de países como Japón o Corea, donde trabajar es casi una religión. Se pueden observar claramente con esta ratio los países que realmente van como una moto y los que no, y España está en el furgón de cola, junto a italianos y griegos… como siempre.
Hemos de añadir que las cifras indicadas de asalariados son las que publica el INE, es decir, incluye los centenares de miles de fijos discontinuos que se han incorporado el año pasado a las cifras oficiales para dulcificar la imagen que tiene nuestro país allende las fronteras. Por tanto, este es el primer gran problema estructural que tiene España: hay que poner a la gente a trabajar y no darles subsidios, ingreso mínimo vital o renta básica. Hay gente que no tiene más remedio que ser dependiente, por determinadas circunstancias que deben ser analizadas de forma exhaustiva por el departamento correspondiente, pero hay otros muchos que han hecho del subsidio público una profesión y de la baja médica permanente un objetivo vital estratégico. Tenemos que cambiar… y mucho.
Aparte de este planteamiento general que nos marca de forma indeleble nuestro ADN, tenemos los tradicionales indicadores que nos permiten afirmar que no vamos precisamente como una moto. Veamos el siguiente cuadro comparativo con otros países como Alemania, Francia e Italia:
Elaboración propia a partir de datos de Eurostat
Como ya hemos indicado, España ha sido el gran campeón del incremento de deuda pública para hacernos creer que nuestro sistema productivo era el no va más. El crecimiento del 290% lo dice todo, sobre todo si nos comparamos con los otros tres países, especialmente con Italia, que tiene una ratio superior de deuda sobre PIB, pero se trata de una situación histórica que viene casi desde la Segunda Guerra Mundial. Y el problema está en si la deuda española va a seguir creciendo así, porque aparte del Banco Central Europeo (por obligación) y de los que hacen cola para comprar letras en el Banco de España (muy poco en comparación con el total), nadie en los mercados internacionales en los últimos ocho años ha querido comprar deuda española.
En lo que respecta al déficit público, de nuevo llegamos casi al 100% de déficit acumulado en estos 15 años sobre PIB anual medio. Alemania apenas un 11%, y Francia e Italia también han tenido cifras significativas pero un 30% menos que España. Por supuesto el PIB ha crecido la mitad que Alemania y 12 puntos menos que Francia, aunque aquí sí que estamos por encima de Italia.
En lo que respecta a los empleados públicos, una de las armas que ha utilizado el Sr. Sánchez con profusión para maquillar el problema de desempleo español, suponen más del 20% del total de asalariados, mientras que en Alemania tan solo son un 12% y en Italia un 16,7%. Aquí Francia nos supera por tres puntos, siendo nuestro vecino otro país que tiene unas cuentas públicas claramente mejorables.
Por supuesto, en las tasas de desempleo general y juvenil, nadie nos puede ganar. De nuevo somos campeones en desempleo estructural y de larga duración; un problema que parece que no preocupa demasiado a nuestros políticos, puesto que está enquistado desde hace muchos años y nunca se ha atacado como es debido, con un programa a largo plazo consensuado entre gobierno y oposición.
El último dato puede sorprender al lector, ya que tenemos muchos menos jubilados que nuestros vecinos europeos, pero ese probablemente es el mayor peligro que tiene la economía española de cara al futuro, ya que una gran mayoría de esos jubilados son hombres. ¿Por qué? Sencillamente, porque vienen de la época de la dictadura, y las mujeres recibían la llamada “dote franquista” para que se casaran y fueran amas de casa, y hasta la mitad de los años noventa, las mujeres no se incorporaron de forma masiva al mercado laboral.
Cinco millones “extras” se jubilarán en la década siguiente, y su jubilación dinamitará sin solución el actual sistema de la Seguridad Social española, ya que en la actualidad con tan pocos jubilados (6,7 millones) tenemos un déficit anual en las cuentas de la seguridad social de unos 20.000 millones de euros. Imaginemos lo que ocurrirá cuando tengamos que pagar la pensión a 12 millones de jubilados, que sería el ratio adecuado para nuestro país en torno a 2035. En fin, parece que nuestros políticos le quieren dejar este problema a los “hombres de negro” de la Unión Europea y del Fondo Monetario Internacional, y así podrán decir eso del “pío, pío, que no he sido”.
Así que sí que vamos como una moto (no sabemos hacia donde), pero lo que pasa es que nosotros vamos en Vespino, los alemanes en BMW, los franceses en Yamaha y los italianos en Ducati. Parece que nuestro presidente en funciones sabe más de aviones que de motos a la hora de viajar.